domingo, 7 de octubre de 2012

hola, gracias, chau..

Hace pocas lunas entre inmensas horas que cayó la última gota en un vaso que rebalsó de tan vacío, de tan amargo color. Entre un sol que encontraba refugio en el atardecer, las palabras salieron de tu boca a temperatura bajo cero, con escarcha, y volaron a velocidad para transformar mis mejillas en dos hilos de sal que ansiaban renacer. Con la mirada nublada me atragante con tu miedo, me ahogue en el instante en que me miraste y desaparecí al reconocerme pasada de moda. Entre disculpas y frases de manual recordé lo que era especial y decidiste parar. Gritaste una pausa al juego, un eterno no te veo, una sordera a la razón, confiaste en tus paradigmas y me disfrazaste de principio de amenaza para aprender a creerte, un poquito más, cada vez que charlas con las almohadas. Mientras tanto yo levanto mis hombros y respiro, te intento entender aún en un suspiro para dejarte pasar, llevate todo lo inconcluso, ya no nos sirve, no seas iluso.  Hoy volviste a adueñarte de tus tijeras imaginarias, cortando de raíz cada par de alas que permitís que te siembren, cada vuelo que no haces por terror a despegar, a viajar sin cinturón y sólo a corazón. Me despido con un simple deseo, con mi paciencia y tu poco esmero, quizás algún día no te sea demasiado animarse a arriesgar.





                                                                                                                                     inertes.

1 comentario:

Santi dijo...

Del miedo nace la violencia