Un hombro desnudo, una espalda que se inclina y tus ojos amanecen en una nueva mañana lluviosa. Miras de reojo a la izquierda, el despertador. Son las 10.13 y tus piernas te comunican que no tienen ganas de soportar tu peso todo el día. Miras nuevamente de reojo pero esta vez a la derecha, una cabellera negra que descansa en la almohada y que te invita a acariciar. Pasas suavemente tus yemas por aquel río, ella se estremece, se contrae y se invierte. Ahora esta mirándote, te pregunta con la mirada, te responde con ese beso que no te da. Porque, en cambio, ella sólo se limita a posar sus labios sobre los tuyos, susurra un buen día y se produce el fin de la acción. Es eso solamente, una acción, y vos lo sabes. Lo descubriste. Lo sentís.
Buscas en sus ojos una señal, un brillo diferente, una nueva oportunidad, intentando aferrarte a la seguridad que segundos antes se te deslizo hasta escurrirse como arena entre los dedos. Desesperación y vacío. No hay nada ahí.
Retiraste la mirada. Tus pies de repente se alborotan, se inquietan y buscan huir de la cama que te envuelve, que une sus piernas con las tuyas, que es testigo de los amados y amantes que parecían ser.
Repugnante miras el espejo que te regala una imagen desfigurada, observando tu ángel y tu diablo complotados en el plan, una nueva forma de hacerte pisar el palito y de verte fallar.
Agua explorando mejillas, el corazón revolucionado y la cabeza confundida, el tiempo descansa en un reloj imaginario donde se espera sonar una alarma que nos notifique hasta donde se debe aguantar, cual es el último gramo de nuestra sal, dónde esquivar las calles sin salida y cual es la razón para no saberse amar sin medida.
1 comentario:
Me sabe a muy solo cuando se esta acompañado :S
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