jueves, 19 de enero de 2012

dormí sin frazada.

Bien, llegamos al punto en donde no me interesa ni una de tus comas, donde las apariencias nunca nos engañan, y el cielo se vuelve verde y la tierra azul. Encontramos en la nueva ruta que nos impone el destino un nuevo camino, ya gastado y desacelerado; elegimos, elegiste.
Y mientras en tu loca ilusión me consideras una idiota yo ya no tengo más que reírme de la situación, me río por no llorar, porque ya lo hice bastante, aunque jamás tengas el gusto de poderlo comprobar. Orgullosa? si, muy, y por suerte! El orgullo es la alarma que suena cada vez que decís una estupidez o que te comportas como un imbécil, es en ese momento donde el orgullo se posa sobre mi hombro izquierdo, te hundís unos tres metros bajo tierra y admiro lo pequeño e insignificante que podes ser.
Todavía te estarás preguntando como lo supe, como lo iba a saber, sin comprender jamás que vos mismo me dejas ver tus cartas, que te transformas en obvio, en tan predecible. Si es este el juego que te divierte, allá vos, en mi no vas a encontrar un contrincante. Amante ligero de la competencia, no estuviste nunca a la altura de sostener tu trofeo, te encandilaste con un bronce que apenas brilla obnubilado por lo grosero.
Y sin embargo, continuas embriagado de deseo, y una noche cuando lo entiendas vas a volver a acudir a lo único que te resultó certero, pero te comunico que con tanta agua corrida bajo el puente, lo más probable es que tropieces con lo que ya para todos es evidente, el tiempo es sano y también inteligente, no creo que nos deje volver a pecar ilimitadas veces.

1 comentario:

Santi dijo...

Ufff, sea quien sea lo acbas de enterrar con un estilo increíble...