Y nos encontramos en el camino de las mañanas, de tu sueño algo espeso y mi maraña poco desenredada, donde ni los sabios saben responder que es lo que nos envuelve y nos transporta sobre la piel. Es la puerta que parece un vaiven, que nos adentra al mundo que nos huele a infinito y nos situa sin tanta histeria frente a la ruleta de caminos a elegir, para que nos encontremos a la vuelta de la esquina sin márgenes, corchetes ni sangrías, escojamos un sitio abierto, donde no son necesarios los puertos para desembarcar. Son esos nuevos ojos, los tuyos y los mios los que se encuentran, atraviesan lo cotidiano y se perplejan, se toman un descanso para admirar lo que siempre vimos y nunca admiramos en verdad. Un lento intercambio de colores sin aun probar tus sabores, relatando zonas comunes mientras nos acercamos a las costas de lo desconocido, sin desatarme de lo que todavía es mio, provocando nuevos siluetas que conquisten algo que nunca fue prohibido.
las sorpresas donde uno menos espera..
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