Escribir y borrar por enojo a no encontrar las palabras que se ajusten a comunicar lo que parece acontecer por acá. Ya mi conciencia lleva días sin saber como reaccionar ante el beso que al fin diste y que tanto quería saborear, entre tanto tiempo viejo y presente aprendo a bucear entre lo que siempre estuvo adelante y hace poco me animo a observar, decidir no voltear, no usar los miedos que esperábamos esfumar por arte de magia como excusa para no vivir un poco demás. Por mi parte escondí mis máscaras, no creo que me sean útiles de ahora en más, ya sabes mis virtudes y desaciertos, es ridículo si los quiero ocultar; y a pesar de que aún hay cosas que me alertan por un pasado por agua turbulento, me gusta familiarizarme con este nuevo sabor a lluvia refrescante y dulce como ananá, como desayuno, merienda y cena frente a un sol escondido en el mar. Es entonces cuando por fin descubro que no necesito decirte nada, mientras mis dedos dibujen las líneas de tu espalda, mientras me mires con profundidad, cuando inventes juegos de los que no se escapar, es ahí donde quiero seguir compartiendo tres o cuatro cosquillas inminentes y dos tercios de creatividad, para seguir invitándote a besos que nos ubiquen con liviandad a un espacio fuera de foco que no parece estar nada mal. Entre furia y dulzor aprendo que son los nuevos vientos los que refrescan la mirada, y creo que verte distinto es realmente una nueva maravilla, un giro rotundo en las páginas de lo que ya he leído, unos naipes sin marcar, un calor del que no me importaría impregnarme, una caricia que no podría empacharme.
jueves, 18 de abril de 2013
Escribir y borrar por enojo a no encontrar las palabras que se ajusten a comunicar lo que parece acontecer por acá. Ya mi conciencia lleva días sin saber como reaccionar ante el beso que al fin diste y que tanto quería saborear, entre tanto tiempo viejo y presente aprendo a bucear entre lo que siempre estuvo adelante y hace poco me animo a observar, decidir no voltear, no usar los miedos que esperábamos esfumar por arte de magia como excusa para no vivir un poco demás. Por mi parte escondí mis máscaras, no creo que me sean útiles de ahora en más, ya sabes mis virtudes y desaciertos, es ridículo si los quiero ocultar; y a pesar de que aún hay cosas que me alertan por un pasado por agua turbulento, me gusta familiarizarme con este nuevo sabor a lluvia refrescante y dulce como ananá, como desayuno, merienda y cena frente a un sol escondido en el mar. Es entonces cuando por fin descubro que no necesito decirte nada, mientras mis dedos dibujen las líneas de tu espalda, mientras me mires con profundidad, cuando inventes juegos de los que no se escapar, es ahí donde quiero seguir compartiendo tres o cuatro cosquillas inminentes y dos tercios de creatividad, para seguir invitándote a besos que nos ubiquen con liviandad a un espacio fuera de foco que no parece estar nada mal. Entre furia y dulzor aprendo que son los nuevos vientos los que refrescan la mirada, y creo que verte distinto es realmente una nueva maravilla, un giro rotundo en las páginas de lo que ya he leído, unos naipes sin marcar, un calor del que no me importaría impregnarme, una caricia que no podría empacharme.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Cuando faltan palabras para expresar hay que inventarlas...
Publicar un comentario