sábado, 7 de abril de 2012

Y aqui me ves, de madrugada y a tus pies, resignando mi poca fe, invirtiendo esta parte de mi ser. Ya son mil cuatrocientas horas sin verte junto a la eternidad de desconocerte. Me pregunto porque siempre se termina en este punto, como es que llegamos a la pared inquebrantable, cuando será que nos volvimos tan improbables.. Decis que estoy llena de rencor, de ternura, de excesivo desamor,y en realidad, quien lo sabe, no? Cada día te confío menos, cada hora te convierte en ajeno y me acuchillan esas conversaciones repletas de silencios. Estas donde nunca, te fuiste de donde jamás volviste y aún así querés más. No lo entiendo. No te entiendo ni me comprendo. Creamos códigos para nunca decifrar mientras se me inundan los sentidos de excesiva ausencia. Lograste matar lo que apenas nació, ahogar lo que nunca respiró, sentió si jamás tocó.
Cuando la indiferencia muestra los dientes, es ahí donde siento el temblor, el escalofrío recorriendome el cuerpo, recordandome que por momentos sucedió. Tu risa se entromente entre los versos de aquella vieja canción, donde nunca nadie vuela, donde suele estar todo algo mejor.
Me susurra tu olvido al oído, me prohibe sentirme mejor, hunde mis ojos en tus esquemas mostrandome lo que no se imaginó. Me dedico a nadar entre tus pupilas inquietas, me alerto de tu adiós, me juro nunca más creerte, me engaño sin saber que pasó.
¿Qué se hace cuando todo parece digno a olvidar? ¿Cuando el juego es tan egoísta que solo gana el que nunca dirá la verdad?

1 comentario:

Santi dijo...

"Cuando la indiferencia muestra los dientes, es ahí donde siento el temblor"

Eso..