Se seca la humedad de su piel con una toalla suave y se viste. Elige cuidadosamente la tela que cubrirá su cuerpo, ese que supieron desnudarla lentamente y marcarlo con cicatrices transparentes. Remera, jean y zapatillas, la comodidad. Con su dedo indice dibuja un corazón en la transpiración del espejo que no devuelve imagen empañado por el calor. Mira el corazón, frío, tonto, ridículo, hasta desprolijo y se saca la toalla de la cabeza, con un movimiento firme y brusco, devuelve al espejo la imagen de costumbre a reflejar, una mujer tan vestida como desnuda, tan limpia habiéndose sentido sucia. Decide dedicarse unos minutos, peinarse con cuidado el cabello que aún chorrea, maquillar las ojeras de una noche difícil de atravesar.
Recorre los espacios vacios de su cabeza con la intensidad en que los dientes del cepillo se internan en los senderos de su pelo, intenta inúltimente recordarlos en un momento feliz y sólo descubre la fugacidad de la emoción. Se mira al espejo, se pregunta una y mil veces que salió mal, se conformaría con los besos, el abrazo, con la tibieza que la encontraba lejos en el medio de la sorpresa. Siempre lo disfruto de a sorbos, nunca un placer verdadero, siempre rodeado de una ficción y bajo los encantamientos de los cuentos de hadas, donde el tiempo combinado a la circunstancia deshacen lo que nunca logró crecer.
Se toma dos minutos para respirar, siente la densidad del aire luchando dentro de sus pulmones, peleando en una batalla campal por salir y entrar. Cierra los ojos y le devuelven el mundo, ahí es donde se quiere quedar. Se sonríe por lo bajo, reavivando cada célula perdida e invitandolas a revolver entre los escombros para salvar la sombra que hoy la atormenta. Pero abre los ojos, se encuentra con su mirada en el espejo y, por un instante, no se reconoce ¿Dónde quedó su color? ¿Cuando se transformo en la moneda corriente que jamás en ella vió? Se propone buscarse, intentar encontrarse y devolverse, al menos en menor medida, algo de la oportunidad que perdió. Pero no tiene ganas, no tiene fuerza, no hay voluntad. Suspira inundando el baño de cansancio para volver a recomenzar, cuelga su toalla, ordena su cepillo y se dispone a escapar. Piensa en un lugar sin puertas, sin límite y a rienda suelta se dispone volverlo a encontrar.
(1) miércoles 7 de diciembre de 2011 -
http://unvaivensentimental.blogspot.com.ar/2011/12/1.html
1 comentario:
Geniales!
Ideal.. escuchar con bob dylan de fondo...
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