martes, 30 de agosto de 2011

El desencanto de lo que nos resulta ya cada vez más ajeno, sin posar los ojos en donde deberías de mirar. Vivir entre el tumulto y el aprieto, el resignado lamento de la prioridad sin difuminar, ya me canso de caminar mientras el mundo canta su canción sobre el concreto, no le creo a nadie, no siento ese respeto que antes brotaba sin disimular. Es lo que nos pasa cuando se nos envejece la esperanza, cuando la fe termina borracha de tanto ahogarse en licores nocivos de enfermerdad, impregnando cada vez más nuestras retinas a lo que nunca nos dejaré de mirar. Escaparse suena raro, desvincularse mucho peor, sólo resta continuar apostando las mil fichas que crea mi imaginación, para destaparse por completo y contar con ser ridiculizado, que nadie te ha pedido nada a cambio y que es otra la ocasión por la que te han desfraudado. Entre risas y tinieblas, maremotos y osadías, ya no tengo ganas de perdirte que sonrías, que me cantes con tu ironía, me provoca empujarte y que tiembles, que por un ratito seas el ciego para que por fin veas lo que veo sin tener que andar fingiendo. Recuperemos el asalto, soñemos futuros inciertos, no pidamos explicaciones y olvidemos algunas conversaciones, que mi alma ya se cansa, que se rumorea que perdí el brillo, que no queda mucha rosca a este clavo que nunca fue tornillo.



una y otra vez..

1 comentario:

Santi dijo...

No hay que pedir explicaciones!! JAMAS!!