La delicia que se escurre entre los cuatros brazos que hoy somos, una fina estrategia que deja al desnudo la constante cobardía, es sentir ese ahogo de saber que deberíamos comportarnos distinto. Lograr firmemente volver a empezar dejando todo atrás, un punto final al cuento que, como la vida misma, suele terminar mal. Nuevamente no te asustes de mirar, destapate esos ojos fríos y comenzá a imaginar, no es ilógico si lo podes visualizar, es sólo un poco de barro, un poco de mar, el ardor de la sal. Eso mismo, no te retires, no antes de que me mires, es eso lo que aún no aprendiste a ver.
viernes, 16 de julio de 2010
La delicia que se escurre entre los cuatros brazos que hoy somos, una fina estrategia que deja al desnudo la constante cobardía, es sentir ese ahogo de saber que deberíamos comportarnos distinto. Lograr firmemente volver a empezar dejando todo atrás, un punto final al cuento que, como la vida misma, suele terminar mal. Nuevamente no te asustes de mirar, destapate esos ojos fríos y comenzá a imaginar, no es ilógico si lo podes visualizar, es sólo un poco de barro, un poco de mar, el ardor de la sal. Eso mismo, no te retires, no antes de que me mires, es eso lo que aún no aprendiste a ver.
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