Tenes una invitación al borde de lo vivido, al rincón que ilumina ese foquito que una vez supimos apagar, no me dejes de mirar. Es en ese instante en donde no te veo que siento que algo desespero y necesito respirar, repitiendo frases de autoayuda barata "yo sin ti puedo estar". La ola sobrepasa nuestras cabezas y el frío comienza a ganar, titiritando suspiros y promesas, quedate quieto que así no te puedo encontrar. Las hojas caen sobre tu estrella, me invitas a tu perspectiva, logrando así que todo lo que yo creía tenga un lugar para dudar. Clausurando las respuestas, comunicarse como humanos apesta, es este moho lo que nos resbala y el verdin que aparece entre tus jugadas. No apuestes a imaginarme, me divierte el sólo hecho de sacarte, el resto que tengas para ofrecer ya no lo puedo ver, no es de mi agrado. Sumergida en esta sal, ya no calmas mi sed, consejo útil y a tiempo, hacete a un lado y volvé a lo que conoces, a lo que siempre acostumbraste a beber, lo que no cambiarías por temor a sorprender..